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CAMINO A LA LIBERTAD - El largo regreso

Ayer, noche de focos en el centro de Madrid: en los Cines Callao, la première de Burlesque congregaba a los seguidores de Cher y de Christina Aguilera, mientras que el Capitol acogía el estreno de Camino a la libertad (The Way Back).


Pero de Burlesque os hablaremos la semana que viene con más calma, después de haberta visto gracias a la gentileza de nuestros amigos de SensaCine.



Largas colas y muchos flashes para recibir al director del film, Peter Weir y a parte del elenco de intérpretes: el delgadísimo Ed Harris, los estupendos Jim Sturgess y Saoirse Ronan y un jaleadísimo Colin Farrell, muy enamorado de sí mismo y, de paso, poniendo un toque de humor a la velada. No era para menos después de más de cuarenta minutos de retraso, que tenían ya al público impaciente y un tanto malhumorado. En las breves palabras que Weir pronunció después de tan larga espera, expresó su admiración por Goya desde niño, que le hace revisitar el Prado cada vez que recala en Madrid.


Por desgracia, el retraso no permitió que nadie más tomara la palabra, con lo que nos quedamos con las ganas de escuchar a los artífices del film, una obra coral, en la que la complejidad de los personajes habría dado para un auténtico debate. Otra vez será.

El australiano Weir, que ha rodado obras maestras como El club de los poetas muertos, el Show de Truman o Master and Commander, entre otras, se adentra en esta ocasión en un gulag de Siberia del que consiguen escapar varios presos.

Entre otros méritos hay que señalar que la película es de por sí valiente al revelar el final en los primeros cinco minutos de metraje, consiguiendo de todas formas enganchar al espectador en un relato creíble, poco efectista, pero en el que se retratan realidades humanas verdaderamente complejas.

También se trata un tema que pocas veces ha sido retratado en el cine actual: el de los campos de internamiento soviéticos, en los que los trabajos forzados, la falta de higiene y alimentos y las crudídimas condiciones naturales terminaron con la vida de unos cinco millones de prisioneros.

Varias escenas merecen una mención especial, pero sobre todo el trabajo de fotografía, impecable, que es capaz de mostrar la mayor de las crudezas de un invierno helador o la belleza de un desierto asfixiante. Por encima de todas esas largas panorámicas, una historia de superación personal, la de un grupo de personas que prefieren morir siendo libres a morir recluidos, inspirada en parte en el libro de Slavomir Rawicz "The Long Walk: The True Story of a Trek to Freedom". Una perfecta combinación de thriller carcelario y relato de supervivencia en la que todos y cada uno de los personajes deben apoyarse en los demás para poder seguir adelante. Y es que recorrer más de 10.000 kilómetros a pie cruzando Mongolia y atravesando el Himalaya, es épico.


Sinceramente emotiva, sin llegar nunca a la sensiblería, muestra las fronteras entre la vida y la muerte. La fuerza que destila la falta de artificio y la originalidad de una película poco corriente la hacen merecedora de nuestro más sincero reconocimiento.

Nota: 9/10
Presta especial atención a: la forma en que Ed Harris comunica con su mirada.
Disfrutarás: con la mezcla de rudeza, humor, bondad y altruismo de los personajes.
La mejor escena: hay varias reseñables pero destacamos la de los lobos y la del templo budista. ¿Y tú?