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CRÍTICAS Red State

Avalada por el premio a la mejor película y al mejor actor (Michael Parks) en la última edición del Festival de Cine de Sitges, Red State recoge en su argumento una crítica brutal al conservadurismo estadounidense así como al fanatismo pseudo-religioso imperante en algunas regiones de la "América profunda".

La clave: hacerlo en forma de esperpento.

Es imposible tomársela en serio, pero no por ello deja de resultar inquietante en el fondo, sobre todo si de deja a un lado el artificio y se piensa en el fundamentalismo que denuncia.

Aunque el arranque inicial de la película pueda parecer similar a otras películas de Kevin Smith como Clerks o Dogma, en esta ocasión la trama le lleva a introducirse en un ambiente saturado de violencia y crueldad extremas aunque latan en el fondo toques de un humor negro que consiguen aligerar esa carga.




La violencia es tal que recuerda al propio Tarantino, declarado fan de la película, pero ¿cómo se desencadena el horror? El hilo conductor no es otro que la sexualidad.

Tres jóvenes en plena ebullición hormonal planean un encuentro sexual con una mujer que pretende hacer una cama redonda con ellos. Sin embargo, pronto descubrirán que están muy lejos de cumplir su fantasía: la dama en cuestión pertenece a un grupo de fanáticos que les raptará para castigarlos por su perversión y su falta de moral cristiana. En esa cruzada contra el vicio intervendrá la policía con la que finalmente se producirá una batalla campal.


Lo mejor de la película: ciertos planos en los que los actores llevan la cámara atada al cuerpo son especialmente elocuentes en cuanto al agobio que sienten nuestros malhadados protagonistas. Aunque el broche final de las sirenas y el significado que los integrantes de la secta le dan es realmente hilarante.

Lo peor de la película: como decíamos al principio, es realmente imposible tomársela en serio, sin embargo, Kevin Smith no solo filma sino que también firma el guión y dice haberse basado en la personalidad de Fred Phelps y llegados a este punto es difícil desligar la realidad de la ficción. Como en la película, el predicador es un afamado homófobo con una congregación de unos cien feligreses con los que en un 90% tiene lazos de sangre. De modo que sin duda, lo peor de la película es que parezca tan irreal cuando tiene un trasfondo tan realista.


Un dato interesante: decir que Melissa Leo y Michael Parks han nacido para hacer los papeles que desempeñan en Red State, puede parecer exagerado, pero es que verdaderamente tanto su trabajo como su caracterización son brillantes. Y John Goodman no se queda atrás.

Te gustará si... te gusta el cine visceral, políticamente incorrecto aunque decididamente crítico, en el que la violencia se estiliza y en el que no queda títere con cabeza.

CRÍTICAS Moonrise Kingdom

Lo nuevo de Wes Anderson llega a nuestras pantallas este viernes y Quiero Cine, por cortesía del portal SensaCine, ha podido disfrutar de la película en el preestreno organizado en los cines Princesa.

Con guión del propio Wes Anderson en colaboración con Roman Coppola, Moonrise Kingdom retrata un microcosmos extremadamente peculiar en el que una serie de personajes, a cada cual más excéntrico, convive en una isla de la costa de Nueva Inglaterra.

Apenas unos días antes de que se desate una inmensa tormenta, dos jóvenes preadolescentes deciden fugarse juntos. Toda la comunidad quedará sorprendida ante semejante resolución y emprenderá una búsqueda que finalizará con la gran tormenta.

El primer acierto de la película es sin duda que se desarrolle en los años 60 puesto que todo el aire retro de la puesta en escena y de la mimada fotografía obran en favor de la mirada naïf que soslaya el relato.



En efecto, la propia isla, por sus reducidas dimensiones y sus abundantes recovecos, y los pequeños grupos humanos que la pueblan (los scouts, la familia, el policía solitario...) parecen formar parte de una casa de muñecas y el propio relato podría ser la narración de un niño aunque contando con un magnífico narrador que de cuando en cuando se cuela para adelantar acontecimientos y de paso aportar un toque de humor.



Los precisos encuadres, los caricaturizantes primeros planos y los detalles que emanan de la caracterización de los personajes (lo que leen, lo que escuchan...) son los ingredientes que aderezan esta película altamente recomendable por su originalidad.

Anderson una vez más pone el acento en los personajes un tanto marginales que se encuentran en medio de sus respectivas soledades aceptando sus rarezas y emprendiendo un nuevo camino. En este sentido, Jared Gilman y Kara Hayward brillan con luz propia en medio de un elenco plagado de estrellas en el que cada personaje cumple su función (desde Edward Norton hasta Bruce Willis, pasando por Tilda Swinton y la pareja que protagoniza la conversación de pareja más sincera que se haya podido ver nunca en el cine: Bill Murray y Frances McDormand. Hayward es sin duda una magnífica actriz a pesar de su juventud que consigue trasladar al espectador tanto la inocencia como la sensualidad y la necesidad de aventura que laten bajo el pecho de cualquier niña. Atención a este descubrimiento, porque muy probablemente veremos a esta joven a menudo a partir de ahora.



Nota: 9,5/10

Lo mejor de la película: la música, los abundantes travelling horizontales y esa "casa de muñecas" inicial que nos permite conocer a los personajes con un vistazo recordando esas viñetas de 13 del Rue Percebe que tanto nos divertían de niños.

La reflexión: todos hemos pensado escapar alguna vez, en este caso, Suzy y Sam lo consiguen, llegando incluso aponerle un nombre a su pequeño reino. Eso es quizás lo más hermoso de este film preciosista y barroco, cargado de detalles y salpicado de notas de humor.

CRÍTICAS Tenemos que hablar de Kevin

Cruda y controvertida, no deja a nadie indiferente. Es incontestable la inmensa fuerza que transmite la novela de Lionel Shriver Tenemos que hablar de Kevin. Se desprende sobre todo de su forma epistolar y del potente trasfondo social que subyace tras al drama humano. Por eso, cuando se anunció la adaptación cinematográfica en Quiero Cine tuvimos serias dudas de que las imágenes consiguieran atrapar al espectador como lo había hecho la inmensa tela de araña que propone la novela.

La trama arranca cuando Eva, una mujer madura, con un matrimonio asentado y una carrera profesional brillante, decide tener un hijo. Desde el comienzo del embarazo, Eva se da cuenta de que no siente el clásico instinto maternal que se le presupone a cualquier futura madre primeriza y esos sentimientos se agravan cuando su hijo Kevin nace y comienza a mostrar un profundo desinterés por los demás y una grave falta de empatía. Mientras su lucha por conectar con él, Eva no podrá evitar sentir una fuerte culpabilidad frente a los actos de su hijo, pero ¿es ella responsable de ellos? ¿Sería Kevin diferente si ella hubiese deseado más ser madre?



Éste es sin duda uno de los rasgos definitorios más característicos de de la novela y que se resume de manera magistral en los inicios de la película: la maternidad no es siempre una bendición y viene cargada de inseguridades y dudas acerca de cómo criar de la manera más apropiada a los hijos. Semejante reflexión probablemente solo podría provenir de una mujer, pues nadie mejor conoce la ambivalencia de sentimientos que supone el vínculo materno-filial y Lynne Ramsay recoge el testigo en el relato audiovisual con gran destreza siendo además muy valiente en el plano del atrevimiento formal (el color rojo presente en la novela cobra protagonismo en una tomatina que no encuentra su origen en el relato, pero que sin embargo es muy eficaz para comunicar multitud de sensaciones) y en el acertado casting en el que destaca una Tilda Swinton consumida en su desesperación por conseguir sacar adelante a un niño (Ezra Miller) con una clara disfunción emocional que le arrebata las fuerzas.

Hay que subrayar también la dificultad extra que supone contar con imágenes ciertos pasajes especialmente desagradables sin herir sensibilidades: contar sin mostrar en exceso. En este sentido, la elegancia de la insinuación es una meta a la que la directora del film llega para alivio del espectador y en beneficio del suspense que se va gestando poco a poco a lo largo de la película. Eso sí, la película es exigente con el espectador y requiere de su atención por los abundantes flash-backs, fundidos y recursos visuales como fundidos que abundan en la cinta.

Para más información recomendamos visitar la web oficial de la película.

Nota: 8/10

Lo mejor: la reflexión de que el mal no siempre procede de familias disfuncionales o rotas por la desgracia y el duelo constante de madre e hijo.

Lo peor: no leer la novela antes de ver la película. Es sin duda recomendable para terminar de completar el puzle y para comprobar que nada de lo que se inscribe en el relato fílmico es una exageración, sino parte de un proceso.