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ESE OTRO CINE Recordando Los bárbaros

El cine, en muchos aspectos, puede ser comparado con la música, (una herramienta que de hecho utiliza el propio cine) sobre todo en el sentido de elección que tiene uno y otro de cara al espectador. Con la música, por ejemplo, nosotros podemos elegir qué oír y tener un juicio formado de lo que escuchamos; podemos dedicarnos a investigar qué existe o dejarnos caer en la comodidad de los cuarenta principales, donde eligen por nosotros.

Con el cine ocurre lo mismo; si vemos sólo lo que nos dicen, nos estamos perdiendo grandes joyas: y otras, aunque no lo sean tanto, nos sirven para experimentar sensaciones distintas… Hay veces que no llegamos a conocer otras cosas porque nadie nos las presenta y ésa es la idea de esta sección.

Cuando eres pequeño no eres tan exigente a la hora de ver una película, no tienes una amplia información, ni siquiera has comparado mucho y es donde empiezan tus primeras investigaciones… buscas sobre todo el entretenimiento, que es la finalidad principal de esta película: Los bárbaros; que a mis trece años supo muy bien cómo hacerlo y hoy, lejos de aburrirme, aún mantiene cierto encanto para mí.

Los bárbaros es una película italiana de 1987 dirigida por Ruggero Deodato y protagonizada por los gemelos Peter Paul y David Paul (de cuyas cualidades interpretativas no vamos a hablar, ya que en el mismo año de su estreno, 1987, fueron nominados a los Premios Razzie en la categoría de peores nuevas estrellas. Aunque, como todo, esto va en opiniones y la mía es que igual para otros escenarios no sirven, pero aquí bordan el papel, adornando la parte de humor que tiene la película.


Esta coproducción de Estados Unidos e Italia, del género de aventuras, de Serie B, nos hablará de la tribu de los Raknakis, que por sus características circenses podrá viajar libremente y en teoría por todos los territorios. Al poseer un rubí mágico que custodia la reina Canary serán ahora el objetivo del tirano Kadar. Ahí va la sinopsis (ya veréis qué familiar os parece):
   
"Érase una vez, hace mucho tiempo, un mundo de salvaje esplendor, una época hecha para la aventura... época de tinieblas, de demonios, de brujería... Un tiempo en el que hombre, mujer y niño eran gobernados por la espada... pero una tribu, los Raknakis tenían un salvoconducto que les permitía viajar por aquel mundo. En el alba de los tiempos, su anciano rey cambió una montaña de oro por un simple rubí. La piedra era mágica y encerraba los secretos de la música, de la alegría, del regocijo y de la bondad humana. El anciano y sabio rey sabía que estas cosas eran mucho más preciosas que ningún otro tesoro terrenal. Y así, los Raknakis se convirtieron en la diversión de todo el mundo. Músicos y trovadores eran acogidos calurosamente por donde iban. Adoptaron a unos gemelos huérfanos Kutchek y Gore... y a una niña llamada Kara, y les hicieron la marca de los Raknakis como prueba de que ellos también pertenecían a la tribu. Y el rubí pasó de mano en mano, generación tras generación hasta llegar a manos de la joven y hermosa reina Canary, quien se convirtió en la sagrada guardiana de su magia".

The Barbarian Brothers en Los bárbaros

La película aunará varios temas interesantes desde mi punto de vista. Aunque la originalidad no será uno de ellos, ya que, después de la magistral Conan, el bárbaro de 1981 de John Milius protagonizada por Arnold Schwarzenegger, muchos directores con presupuestos más pequeños y escaseces no sólo presupuestarias, decidieron explotar el tirón de la misma.

Aparecerán así obras de contenidos similares que se caracterizarán por la copia de una parte del argumento como: la venganza de adultos de antiguos niños que provienen de pueblos masacrados, en los que es habitual el asesinato de los padres o como en este caso, de parte de la tribu. Dejando de un lado ese tema, y demás similitudes como la brujería; la esclavitud de los niños cargando rocas en una cantera para el excesivo desarrollo de su musculatura (en Conan arrastrará una rueda pero en las dos películas tendrá el mismo sentido), etc. Esta película contará con sus pequeñas aportaciones además.

La herencia de Conan es innegable

Es la segunda vez que hablamos en esta sección de Ruggero Deodato (Holocausto caníbal), un director de Serie B que fue capaz de marcar una época con los Cannibal Films… En este caso dirigiendo una barbarian movie, que será un cocktail donde meteremos unas dosis de humor, algo de bizarría, un chorrito de de gore, circo, magia, demonios, venganza, fantasía, un argumento que patina, unos dragones de cartón piedra,  malos actores... lo agitamos bien y el resultado será sorprendentemente una extraña y entrañable película de entretenimiento que nos hará pasar un rato agradable y divertido.


Como curiosidad se puede decir que los protagonistas, Peter y David Paul, nacidos en Estados Unidos en 1957, ya en su gimnasio eran conocidos por The Barbarian Brothers por su manera poco ortodoxa de entrenar con pesas de halterofilia. Empezaron a hacer sus pinitos en el cine y saldrán también en un episodio de El coche fantástico. Dos años después de Los bárbaros  intervendrán en dos filmes: The Barbarian Brothers y ya en los 90 en Think Big donde interpretarán a unos descerebrados camioneros… 

No podemos hablar de nominaciones a los Oscar ni de una película que nos dejará días meditando; tampoco podemos hablar de grandes efectos, de actores curtidos ni de posteriores remakes; no será una película de culto en el futuro (a no ser que se perdieran todas las demás) ni siquiera creo que sobreviviera al VHS, pero siempre es una pequeña delicia un viaje por el pasado. Una opción rara, que, de vez en cuando, nos servirá para apagar la radio,  escuchar esa música que proviene de otros lugares y dejar de escuchar por unos instantes esos machacantes cuarenta principales…

-Pedro Pablo Blanco-

CINELECTURAS Crítica de Philomena

Stephen Frears dirige Philomena, una historia basada en el libro de Martin Sixmith "The lost child of Philomena Lee". La trama, desarrollada por el actor y guionista Steve Coogan, bebe por tanto de la vida real de una mujer y de su periplo vital hasta conocer el paradero de su hijo.

Frears nos presenta a Philomena (Sophie Kennedy Clarke) cuando es una joven en la Irlanda de 1952. Llevada por la pasión, mantiene relaciones sexuales con un hombre que la deja embarazada en una feria local (ya en esas imágenes encontramos dos potentes metáforas: ella aparece reflejada en los espejos deformados de las atracciones y mosdisquea una manzana roja de caramelo).




Tras ser repudiada por su familia, que prefiere decir que está muerta antes que ampararla como madre soltera, es internada en un centro religioso en el que se ve privada de ver crecer a su hijo, pudiendo pasar solo una hora al día con él. Pero lo peor está por llegar cuando contempla impotente cómo es dado en adopción sin tener ocasión de despedirse de él siquiera y sin ninguna pista para poder seguir su rastro.

Sophie Kennedy Clarke como la joven Philomena Lee

Transcurridos cincuenta años en silencio y siendo ya una anciana, Philomena (Judi Dench) le confiesa a su hija que tuvo un hijo y que, a pesar de haber tratado de obtener información acerca de su paradero en varias ocasiones, no lo ha conseguido y necesita saber dónde y cómo está. Nunca ha dejado de sentirse madre, de culparse por haber disfrutado de aquel desliz juvenil y de haberse manchado con un pecado cuya penitencia no puede seguir soportando.

De esta forma, contactan con el periodista Martin Sixmith (Steve Coogan), un hombre en proceso de reinvención que acaba de perder su puesto en la BBC y por primera vez en su vida se interesa por una "historia humana".

Portada del libro "The lost child of Philomena Lee"

Aunque en un principio su interés es estrictamente profesional, a medida que va conociendo más a una mujer en la que no hay cabida para el resentimiento y que, a pesar del insultante trato que llega a recibir por parte de la institución en la que estuvo internada, sigue siendo una mujer de fe practicante, y se va sumergiendo en la investigación la extraordinaria historia de su hijo, emigrado a los Estados Unidos, no podrá evitar implicarse emocionalmente y eso a pesar de su actitud escéptica y su carácter un tanto pagado de sí mismo.

Es el choque entre dos formas de pensar tan diferentes la que da lugar a un guión brillante, en el que también interviene Jeff Pope (The Security Men).

Judi Dench y Steve Coogan en Philomena

Philomena es recomendable por muchas razones: no sólo a nivel de realización y de dirección de actores, que verdaderamente parecen transfigurados en virtud de las personas a las que representan sino porque te hace plantearte tu actitud ante la vida, tu propia forma de prejuzgar a los demás e incluso de enfrentarte a la adversidad.

El viaje de Philomena hasta lograr su objetivo es emocionante no en un sentido sentimentaloide sino de dignificación de todas las mujeres que se han visto privadas de su libertad y de la custodia de sus hijos por el hecho de ser consideradas pecadoras y por tanto indecentes y "sucias".

Los tiempos han cambiado, qué duda cabe, pero a tenor de los hechos que se siguen destapando a día de hoy sobre niños robados, trata de personas y tantas otras barbaridades, es una bombona de oxígeno pararse a respirar los vapores que dimanan de esta película. Sin caer en el odio, en la venganza o la ira, al menos restauremos el orden que fue quebrantado en el pasado.

Steve Coogan con la verdadera Philomena Lee

Nota: 8,5/10

Lo mejor: Tanto Judi Dench (merecidísima su nominación al Oscar) como Steve Coogan están inmensos en sus respectivos papeles. Comprendes la idiosincrasia de sus personajes, sus puntos de vista y sus objetivos vitales y de esa confrontación nace una relación que realmente está muy bien desarrollada en el guión.

Atento a: la sutileza de los diálogos de Philomena y la forma en la que se ponen de manifiesto la conmovedora historia de la protagonista sin perder en ningún momento el sentido del humor que se entrelaza con el drama. Ya sea por vía de la credulidad y la inocencia de una o del pragmatismo y la insatisfacción existencial del otro.

Lo peor: No es una película apta para personas estrechas de miras porque tanto el tema del que trata la película como su tratamiento espantarán a cualquiera que no esté acostumbrado a dejar pensar a sus neuronas y se deje llevar por dogmatismos sean estos religiosos o antirreligiosos. Al final la historia habla de personas y no de credos.

CRÍTICA Cuando todo está perdido

JC Chandor (Margin Call) nos trae una película excepcional que reposa prácticamente en su totalidad en la interpretación de un lobo de mar: Robert Redford y el director le pone constantemente contra las cuerdas.

Cuando todo está perdido nos remite a la primigenia lucha del ser humano contra la naturaleza y lo hace de una forma muy inteligente, tendiéndonos el sedal de unas palabras en off que se funden con un hombre que descubre, en medio del océano, que su barco ha encallado en un contenedor a la deriva, seguramente perdido por algún gran mercante (podríamos también analizar su significado viendo que está repleto de zapatillas rumbo a occidente, porque no da puntada sin hilo).



Sea como fuere, la cuestión es que Robert Redford (de quien no llegamos a conocer ni el nombre en la ficción puesto que no consigue dialogar con nadie a lo largo del metraje) se encuentra en la más absoluta de las soledades: sus instrumentos de navegación se han deteriorado por la acción del agua y la reparación del boquete del casco se torna más complicada de lo que podría parecer.

¿A dónde se dirigía? ¿Quién es? ¿Por qué se encuentra en esa situación? Nada de eso importa: solo la lucha de un hombre por mantener la vida en un terreno desesperadamente hostil. Como no tiene con quien hablar y es un hombre que dialoga consigo mismo la mayor parte del tiempo en silencio, suceden dos cosas: que apenas tiene tres líneas de texto a los largo de los 100 minutos aprox. de metraje y que el espectador no tiene ni idea ni del rumbo que tomará la historia ni de las decisiones que se verá abocado a tomar para tratar de salir adelante.

Robert Redford nos guía en este drama de supervivencia

Robert Redford está brillante en el papel, que además a nivel físico es muy exigente, y que le va llevando a mostrar un paulatino deterioro y desgaste que va encogiéndole el corazón al espectador en la butaca, sintiéndose tan impotente y contrariado con él mismo.

Generar esa empatía y compasión sin palabras, gracias al puro lenguaje cinematográfico, sin grandes sorpresas pero sí importantes giros de guión para el destino de un alma a la deriva en altamar, es digno de alabanza. Como aquel fabuloso plano cenital de La vida de Pi, pero sin la grandilocuencia de la realización de aquél, Cuando todo está perdido nos hace sentirnos como lo que somos: pequeñas hormiguitas en un mundo en el que, en solitario, no somos nadie... al menos ante las fuerzas de la naturaleza.

El protagonista se enfrenta al mar sin ayuda

Nota: 9/10

¡Cuidado! El ritmo de la película es realista y pausado, por tanto no es fácil de seguir y requerirá toda tu atención: abstente si no estás acostumbrado, pero si aceptas el reto y te dejas llevar por las imágenes, te dejará poso.

Lo mejor: Cuando todo está perdido es una propuesta muy valiente y madura, ¡bien afrontado el riesgo! No solo es creíble sino inmersiva, si entras en la narración quedas atrapado hasta el final. Es la constatación de que nueve millones de dólares pueden conseguir un acabado final sin nada que envidiar a una gran superproducción.

Lo peor: Chandor nos escamotea la catarsis y funde a negro en el momento clave. Es duro, pero un gran final.

-Raquel Hernández-

CRÍTICA Jack Ryan: operación sombra

Un principio impactante nos prepara para un thriller de acción lleno de sorpresas, pues ¿quién no recuerda dónde estaba cuando sucedió el atentado que las Torres Gemelas de Nueva York? Fue sin duda una atrocidad que cambió el curso de la historia que nos es transmitida a través del protagonista de Jack Ryan: operación sombra: Chris Pine.

Dirigida por Kenneth Branagh y basada en una novela de Tom Clancy vemos cómo Jack se ve atrapado entre dos mundos: el normalizado y tranquilo mundo de Wall Street donde es un analista financiero brillante y el de agente secreto de la CIA. Previamente nos cuentan cómo Jack decide enrolarse en los marines de la armada estadounidense donde conoce a su jefe de la CIA interpretado por Kevin Costner que le ofrece ese trabajo tan difícil que no puede compartir con nadie, ni con su pareja Cathy Muller (Keira Knightley), que conoce en el mismo periodo en que es reclutado por la CIA y que antes de ser su novia, es su doctora de rehabilitación (en prácticas) después de haber sido gravemente herido en Afganistán.

Chris Pine y Kevin Costner en Jack Ryan: operación sombra

Centrándose en su personaje y en las cosas que le van pasando vamos conociendo su realidad y la gran responsabilidad que va adquiriendo al descubrir anomalías financieras de clientes rusos que él sospecha podrían poner en peligro de nuevo a su país pues determinadas actividades económicas podrían ser el germen de nuevos atentados terroristas.

Cuando menos te lo esperas te descubres con los ojos muy abiertos sin poder pestañear sufriendo junto con el protagonista de momentos que nos dejan en vilo pues Jack se ve envuelto en circunstancias en las que peligra su vida y aunque él quiera convencerse a sí mismo de que sólo es un analista es más que eso y tiene que darlo todo para salvarse y salvar todo lo que más le importa.

Chris Pine encarna a un perfecto Jack Ryan

Kenneth Branagh por su parte nos regala un papel que interpreta él mismo, de un malo de los de verdad, de esos que escucha música clásica, que abofetea a sus enfermeros (porque nos insinúan desde el principio que está enfermo) y tiene múltiples debilidades que serán su ruina y que vamos descubriendo poco a poco. Este MALO, malísimo nos es presentado enfocándolo desde detrás como si ni siquiera la cámara se atreviera a mirarle directamente, y aunque luego se desinfla un poco es verdad que impresiona y se disfruta bastante, por cierto su nombre Viktor Cherevin, ¿coincidencia que Branagh haya querido interpretar otro histriónico Víctor, que no distingue el bien del mal, como ya hiciera en su brillante: Frankenstein de Mary Shelley?... No creo.

Kenneth Branagh como Viktor Cheverin en Jack Ryan: operación sombra

A pesar de tener una temática patriótica (estadounidense) y de pecar de cierta ingenuidad algunas veces (por ejemplo aunque el sistema de seguridad de su cliente ruso es ultramoderno, la CIA siempre encuentra la manera de burlarlo) se nota la mano del director que sabe dar sentido a una historia impactante y comprensible. 

Lo bueno de que el peso de la película recaiga sobre el principal protagonista es que pasas a comprender cada cosa que hace y sus motivos para tomar las decisiones que toma aunque a veces no tenga tiempo ni de pestañear. Además es apoyado por la fuerza interpretativa de las personas que le rodean, Keira Knightley brilla con luz propia metiéndose en su personaje y adoptando papeles adicionales que permiten crear esa trama de engaños en la que, casi sin querer, se han visto envueltos.

Chris Pine y Keira Knightley comparten una peligrosa misión

En cierto modo esta historia humaniza a la famosa agencia de inteligencia estadounidense últimamente tan criticada por su exclusividad y secretismo, como curiosidad esta organización es tachada por muchos como colaboradora o cuando menos consentidora de los atentados con los que comienza la propia película, otros muchos piensan que eso es una locura porque precisamente su deber es defender a su país, no ponerlo en peligro. Este vasto mundo del espionaje es muy complejo y aquí nos muestran cómo Jack se ve precisamente rodeado de situaciones muy peligrosas incluso para alguien tan preparado como él.

Nota: 7,5

Te gustará si: te gustan la acción, el espionaje, las maquinaciones, las sorpresas y los detalles.

Dedicatoria: Mención y recuerdo a todos-as aquellos-as que hayan perdido su vida repentina y violentamente de forma injusta por culpa de ideales y/o intereses que escapan a la comprensión.

-Alicia Hernández-