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CRÍTICAS Luces rojas: cuando la lógica se desvanece

Rodrigo Cortés, después de su arrollador éxito Buried y de su primer e interesante largometraje Concursante, se pone al frente de un elenco excepcional, cuajado de estrellas cinematográficas como son Sigourney Weaver, Robert de Niro, Cillian Murphy, Leonardo Sbaraglia o Toby Jones para narrar un thriller psicológico de primer nivel que alcanza cotas de calidad considerables para venirse abajo los diez últimos minutos de la cinta. Aunque el guión claramente queda malogrado al final, es necesario remarcar que el resto de la película es impecable.

Luces rojas comienza contando el día a día de dos investigadores (Margaret y Tom) encargados de destapar fraudes paranormales: desde casas encantadas a supuestos poderes extrasensoriales pasando por espectáculos de sanadores y visionarios. Compaginan esta tarea con la de dar clases universitarias hasta que un buen día se anuncia la reaparición en los escenarios de un legendario e invidente psíquico (Silver) que llevaba retirado treinta años tras haberse producido un accidente inexplicable en su último show. Pronto el joven Tom se obsesionará con la idea de destapar el supuesto fraude de Silver, a pesar de que no dejan de sucederse toda clase de hechos inusuales a su alrededor.




Toda la maestría de Cortés en el sugerente trabajo de cámara y la solvencia narrativa de su guión se ven lastrados por un remate final que no solo engaña al espectador sino que le defrauda profundamente, puesto que las piezas del puzle, sencillamente, no encajan. La propuesta del director pasa por hacernos dudar de la percepción de los personajes para lo que es fundamental el montaje, sobre todo en determinadas escenas en las que el ritmo se acrecienta (recordando al inquietante Hitchcock de Los pájaros) y la fotografía, que en ocasiones desluce los colores hasta casi empastarlos en tonalidades grises.


Nota: 6,5/10

Lo mejor: el montaje, la fotografía y la interpretación de cada uno de los intérpretes. Un Robert de Niro más contenido de lo que nos tiene acostumbrados y un reparto excepcional, en el que Cillian Murphy brilla con luz propia al lado de una experimentada y natural Sigourney Weaver hace que la trama sea entretenida y sugerente, al menos hasta que cae en el sinsentido final.


Lo peor: sin duda, la resolución final, que no encaja. Es un grave problema de guión que da a traste con algunas de las subtramas que pueblan la película. Otro de los lastres de Luces rojas es que hace una amalgama de todas las paraciencias: se mezcla la levitación con la telequinesia, la telepatía, la sanación,  la psico-fotografía, etc. En este sentido resulta demasiado ambiciosa. Ganaría credibilidad centrándose más en algo concreto.

La escena más impactante: sustos aparte, que los hay y no aportan gran cosa, la pesadilla de Tom en la que se ve a sí mismo flotando sobre su cuerpo tendido es muy inquietante y evocadora.

Atento a: la escena en la que Margaret acude a un debate televisivo en el que se enfrentan detractores y seguidores del polémico Silver. Es muy interesante el duelo entre escépticos y creyentes, se le podría haber sacado más partido a esta cuestión en un guión mejor rematado que hablara del reverso tenebroso de la ciencia con más rigurosidad.