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Revisitaciones recientes del western

Era un tanto difícil pronosticar que un género como el western afloraría a día de hoy despertando tanto interés. Aunque quizás si ahondamos un poco en sus características formales y en los personajes que los pueblan, nos sea más fácil comprender por qué ahora y por qué desde ángulos tan diferentes, el neo-western "está de moda". Y precedo la palabra con un exultante neo- porque verdaderamente lo que estamos viendo en nuestras pantallas NO son westerns sino algo diferente, novedoso, hibridaciones de toda clase y condición, que resultan de lo más estimulantes. ¿Existen características comunes? Puede decirse que sí: la exaltación de la venganza, la estilización de la violencia, el ensamblaje de los grandes iconos del western que se toman prestados para ser magnificados, y, sobre todo, una mirada actual en las relaciones interpersonales a veces ribeteadas de humor y otras veces revestidas de drama. Y es que los caminos que toma el neo-western son inextricables.

La conexión que había entre el contenido y su contextualización histórica se ha roto este nuevo subgénero para dar paso a nuevas historias, con personajes que caminan por una fina línea entre el bien y el mal como antaño pero mostrando también inquietudes actuales, y desde prismas muy distintos.

Valor de ley ha sido sin duda la película que más miradas ha atraído por parte del público, sobre todo por el éxito de los eclécticos Coen y por las nominaciones a los Oscar (diez en total), aunque finalmente no haya conseguido ninguna estatuilla. Y es que después de leer la novela de Charles Portis y rescatar la película del mismo título de 1969 uno se pregunta ¿era necesario un remake? Y en todo caso ¿qué hay de nuevo en esta película? Pues salvo la irrupción de una Mattie totalmente deshumanizada (prácticamente robótica), que le roba todo el encanto a su personaje y ciertas licencias en el guión para hacer que los personajes sean más extremos, poco más. Realmente se le habría podido sacar más jugo a la historia, sencillamente respetando más a los personajes, que son más íntegros, fieles y comprensivos en su origen y por tanto, también más creíbles. No obstante, la película retrata ciertas escenas de una forma casi literal, que es de agradecer pues no precisan ni más ni menos que lo que el autor propone.

En todo caso, estamos en el siglo XXI, y a día de hoy reivindicar a una mujer por su obstinación, por su capacidad de perseguir un objetivo e incluso acceder a mundos que le serían de normal ajenos por su sexo, no nos resulta tan difícil de asumir, razón por la cual todo se radicaliza en aras de mostrar esas enormes dificultades. Éste es el gran talón de Aquiles de una película correcta pero no impecable, que deja un retrogusto ambiguo fruto también de una desacertada banda sonora a la que le falta fuerza. Sin embargo, una de las fortalezas con las que podría haber contado habría sido esa caricaturización de los personajes, que se queda un poco a medio camino. Esa tibieza a la hora de plantear la película es la que desconcierta al espectador que espera "algo más" de los Coen.

El neo-western, como decíamos, rompe las coordenadas temporales en las que se circunscriben temas, personajes, iconos y escenarios prestados, pero desde luego también trasciende fronteras en aras de la innovación. Tal es el caso de Red Hill, una película australiana, rodada allí y con un telón de fondo en el que los aborígenes australianos se asimilan a los indios americanos con una naturalidad abrumadora. El trabajo de Patrick Hughes, que hasta la fecha solo había firmado tres cortometrajes, es tan bueno y emocionante, que el universo que crea es arquetípico del neo-western. Toda una serie de entornos naturales, de impactos musicales, de pequeños instantes de micro-suspense, que conforman en suma una sinfonía deliciosa de estructura climática. Aunque presentada en la pasada edición del Festival de Cine de Sitges, todavía no tiene fecha de estreno en España, lo cual es una verdadera lástima porque es realmente buena.

Más allá, mucho, mucho más allá, se encuentran nuevas lecturas humorísticas como pueden ser El bueno, el malo y el raro, procedente de Corea, en la que un gamberro Kim Ji-woon mete en la coctelera aventuras, acción, el mapa de un tesoro y un cazarecompensas aderazado con caballos, revólveres (y sí ,también sombreros de vaquero), creando algo nuevo, un tanto esperpéntico pero al menos digno de satisfacer nuestras curiosidades... sobre todo si la vemos con los ojos preparados para ver mero entretenimiento. Y algo así pero sobradamente más comercial y divertido esperamos de un Quentin Tarantino que ya ha empezado a vendernos con sus particulares dotes El ángel, el feo y el sabio, que parece ser se estrenará en 2012 y que por sus declaraciones será un homenaje al spaguetti western cargado de referencias a Leone. Cierto es que sus referencias ya están en multitud de obras: el duelo, la venganza, el honor mancillado, etc. pueblan prácticamente todas sus obras, pero será la primera vez que se entregue a este subgénero de forma tan significativa.

Nuevos lenguajes no pueden sino provenir de fuentes alternativas de inspiración como vienen siendo las novelas gráficas desde hace ya bastante tiempo. Son muchos los directores que han mostrado un aprecio casi reverencial a estas obras como Guillermo del Toro o el propio Tarantino.

Y ahí tenemos Cowboys & Aliens, una obra que no podría tener su origen en otro lenguaje, puesto que es el que ofrece una mayor libertad de expresión. Aunque pendiente de fecha de estreno, ya el trailer nos hace prever que la hibridación del western y la ciencia-ficción futurista no nos dejará indiferentes. El reto estético ya está planteado y promete, sobre todo de la mano de un talentoso director como Jon Favreau, que ya nos deleitara con ambas cintas de Iron Man.


He dejado en último lugar, sin querer (al menos conscientemente), a una película que merece una mención especial en cuanto a sus intenciones y desde luego en cuanto a sus logros técnicos, aunque desde luego también una seria reprimenda en cuanto a todo lo demás. Hablamos de Rango, esa película que Johnny Deep ha promocionado y que se enfoca a un público infantil cuando no consigue despertar interés ni en los adultos. Aunque sus intenciones son buenas y por momentos la recreación de la estética-western es fabulosa, ni los gags humorísticos son efectivos (ni con adultos, ni con niños), ni la trama merece tan largo metraje. Sobre gustos nada hay escrito, pero la estética y el diseño de personajes es tan tremendamente feísta que roza lo desagradable. En cualquier caso, es cierto que es abrumadora la capacidad de la industria de animación para recrear el movimiento de la gravilla, el polvo o los líquidos así como para mostrar efectos tan complejos como la silueta de un personaje recortada sobre un sol abrasador o la realidad distorsionada por un vidrio. Recomendable solo por el mérito técnico, es probable que Rango haya abierto un camino en el mundo de la animación pero ha abierto también un frente al descuidar de una manera tan impropia la conexión con el espectador con una serie de infortunados problemas de guión.

Veremos qué nuevas sorpresas nos depara el mundo cinematográfico en el muy abonado campo del neo-western, que como vemos está aflorando con obras a veces desconcertantes, a veces fabulosas, pero que desde luego no tienen desperdicio.

Valor de ley: 7/10
A favor: las interpretaciones, la fotografía.
En contra: la música resulta pobre y el film no añade nada nuevo.

Red Hill: 9/10
A favor: música, epicidad, capacidad de engachar al espectador... y mucho más.
En contra: arranque un pelín flojo, pero que va generando una estructura climática.

Rango: 5/10
A favor: maravillosos efectos, texturas, capacidad para dejarte boquiabierto por las cosas que se consigue retratar (cómo se ve a través de un vidrio, el movimiento de la arena al desparramarse, la acción.
En contra: una trama vacía, predecible, cargada de tópicos. Se vende como película para niños y no lo es. La estética es abrumadoramente feísta (demasiado).

El bueno, el feo y el raro: 6/10
A favor: originalidad, humor, acción desbordante.
En contra: exceso de metraje, trama rocambolesca (aunque es parte de su encanto).