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La deuda, cuentas pendientes con el pasado

Hoy llega a la cartelera la película La deuda dirigida por John Madden y que en Quiero Cine hemos podido visualizar gracias a nuestros amigos de Universal Pictures.

El reparto, encabezado por la oscarizada Helen Mirren (Rachel Singer) y Jessica Chastain (su alter-ego joven), cuenta además con las brillantes interpretaciones de Jesper Christensen (doctor Bernhardt/Dieter Vogel), Marton Csokas (Stephan Gold joven), Ciarán Hinds (David Peretz), Tom Wilkinson (Stephan Gold) y Sam Worthington (David Peretz joven).
La trama arranca cuando la hija de Rachel Singer, un ex-agente de Mossad, lanza su libro contando las hazañas de su madre, entre las que se encuentran el haber secuestrado al criminal de guerra nazi Dieter Vogel también llamado "el cirujano de Birkenau" junto a sus dos compañeros David y Stephan.



La película se desenvuelve con soltura desencadenando diversos mecanismos que avivan el suspense: desde escenas que muestran a los personajes de la forma más vulnerable posible hasta el retrato de un hombre sin escrúpulos que estará dispuesto a llevar al límite a sus captores. Sin embargo su mayor logro es también su mayor lastre: el retrato del villano es tan descarnado que en los últimos momentos de la cinta resulta poco creíble.


El ritmo de la película se resiente también por un ligero exceso de metraje, sobre todo en la parte final, en la que precisamente, debería haber un pulso más vigoroso para cerrar la trama. Dicho esto hay que reconocer que los recursos empleados como los flash-backs de algunos momentos clave, la reiteración de algunos sonidos o la metáfora de las acciones demuestran un respeto hacia la inteligencia del espectador y un talento cinematográfico que es de agradecer en el panorama actual.


Valoración: 7,5/10

Lo mejor de la película: el triángulo amoroso reflejado en la fabulosa metáfora del piano y el personaje de Rachel, tanto de joven como de mayor, puesto que es el eje fundamental de toda la historia. Están particularmente bien mostrados sus miedos (cuando visiona las fotografías de víctimas de Birkenau, cuando va a la consulta del doctor, sus pesadillas...).

Lo peor: peca de cierto maniqueísmo y flaquea al final, cuando no entendemos las decisiones de Rachel. En general, la película se queda corta en el plano emocional.

Lo que la habría convertido en una obra maestra: haber mostrado más matices dentro de los agentes del Mossad y haberle dado más ritmo a algunas escenas como la del tren o la de las goteras.

Presta atención a: la cara de Rachel, en ella está contenida toda la película.

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