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CRÍTICA La ladrona de libros

La ladrona de libros nos narra la historia de Leisel (Sophie Nélisse), una niña de 9 años, antes y durante la Segunda Guerra Mundial. Todo empieza cuando ella junto con su madre y su hermano pequeño se trasladan en un tren, más adelante nos enteramos que el motivo del viaje es entregar a los niños a una familia de acogida de clase media-baja de Alemania. El hermanito pequeño muere en el tren y la madre biológica es detenida después de la entrega de su hija (por lo visto por ser comunista).

Desde el principio vemos cómo uno de los temas principales de la película es la soledad ya que Leisel va perdiendo todo lo que le importa debido a una guerra incomprensible e inminente. En el funeral de su hermano encuentra un libro y además descubre que su padre adoptivo es un hombre cariñoso y paciente, lo que marcará su vida para siempre.

Al principio de llegar a su nuevo hogar se siente tan extraña que está decidida a fugarse, aunque poco a poco va acostumbrándose a sus nuevos padres y haciendo amigos de su edad, su mejor amigo y vecino se llama Rudy (Nico Liersch) y siempre están juntos compartiendo aventuras ya que Rudy desde el primer día tiene debilidad por Leisel, siempre la acompaña e intenta enterarse de todo lo que hace y dónde va. Leisel tiene sus proyectos propios, al llegar a la ciudad no sabía leer, eso le genera problemas en el colegio y como por casualidad se empieza a interesar en la lectura y escritura, su padre adoptivo (Geoffrey Rush) lee con ella cada noche el libro que se encontró en el el funeral de su hermano. Poco a poco empieza a identificar palabras y a conectarlas de modo que es capaz de leerse el libro entero y eso para ella es un gran triunfo.

Liesel comienza a interesarse en la lectura

Entre tanto nos enteramos de que su padre adoptivo, el señor Hubermann había luchado en el frente y un amigo le salvó la vida. Ese amigo le regaló un acordeón que suele tocar de vez en cuando para animar los momentos más difíciles como cuando hay toque de queda y tienen que ir a refugiarse junto a todos los vecinos. A pesar de haber sido soldado, el señor Hubermann es un hombre pacífico y prefiere trabajar como pintor de vez en cuando. La señora Hubermann lava la ropa a varias familias entre otras la familia del alcalde. Mientras intentan salir adelante como buenamente pueden un buen día serán visitados por el hijo del amigo que salvó la vida al señor Hubermann, quien le pide ayuda porque están persiguiendo a su familia por ser judíos. La familia esconde a Max (Ben Schnetzer) en su casa en secreto y ese episodio marcará también la vida de Leisel puesto que comparten el gusto por la lectura y llegan a ser como hermanos.

Rudy, Liesel y la señora Hubermann en el búnker

Por su parte la madre adoptiva de Leisel (Emily Watson) tiene un gran carácter y es una luchadora que sale adelante como puede, en principio siempre es hostil y desconfiada pero descubrimos a lo largo de la película que tiene un gran corazón, sin dejar de ser bastante ruda y estricta puesto que es su símbolo de identidad. El matrimonio forma un tándem envidiable que te parte el corazón.

Basada en la novela de Markus Zusak, el director Brian Percival nos envuelve en una historia cuya originalidad reside en que está narrada por la muerte pero siempre desde el punto de vista de los niños pequeños, sobre todo el de Leisel que a veces se queda perpleja por los acontecimientos, no soporta las injusticias y a su vez tiene que vivir en ese mundo porque es eso o nada. Por ejemplo, aunque no comprende el nazismo sabe que odia a Hitler porque fue quien le arrebató a su madre, tampoco comprende por qué de repente personas inocentes son detenidas sólo por no tener el apellido correcto, ni tampoco comprende la quema de libros prohibidos. En una ocasión contempla el fatídico espectáculo de la quema hasta que no queda nadie en la plaza y se siente atraída a coger uno de los libros chumascados, la mujer del alcalde presencia cómo lo coge y más adelante, gracias a que su madre adoptiva les lavaba la ropa, se hacen compañeras de lectura en la gran biblioteca que poseen ella y su marido, hecho que atrae muchísimo a Liesel.

Liesel rescatando un libro de la quema
Con el tiempo Leisel desarrolla una habilidad especial para contar sus propios cuentos y poder evadirse de todos los conflictos, no duda incluso en compartir sus historias para apaciguar a las personas asustadas por los continuos bombardeos.


Nota: 8

Lo mejor: El punto de vista de los niños y la inocencia que demuestran y la emoción que sentía la niña cuando se hacía con un libro nuevo. La guarida de Leisel: el sitio donde lee y escribe y donde tiene su diccionario de palabras escritas en las paredes. El niño de pelo de color limón (Rudy) es entrañable, tiene varias anécdotas muy significativas. Y las interpretaciones son estupendas, Emily Watson y Geoffrey Rush cautivan con su compenetración su humanidad y sus modos de ser.

Lo peor: En ocasiones explotan demasiado el lado trágico sin necesidad puesto que algunas cosas ya son lo suficientemente tristes.

-Alicia Hernández-

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