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Poulet aux prunes: degustando arte puro

Vincent Paronnaud y Marjane Satrapi firman una nueva cinta basada en una obra ilustrada por ésta última y editada por Norma, tal y como hicieron anteriormente con la conmovedora Persépolis. En este caso, Poulet aux prunes parte del Teherán de finales de los años 50.

La vida de Nasser Ali, un virtuoso de la música y padre de familia, pierde el sentido en el momento en que su mujer le rompe el tar, el instrumento que le ha acompañado durante toda su vida. De este modo decidirá dejar de vivir.

A lo largo de la película iremos conociendo por qué es tan importante para él la música, cuándo encontró la chispa del arte (impagable su mentor) y cuáles son las raíces de su frustración.


Desarrollado como un cuento de las mil y una noches, Poulet aux prunes tiene el gran acierto de introducir bellísimos interludios animados así como frecuentes flash-forward que dotan a la película de una gran personalidad al desarrollar un sentido del humor mezclado con crítica agridulce realmente peculiar.

En cuanto a las interpretaciones, el expresivo Mathieu Amalric, dota de una consistencia inusitada a Nasser consiguiendo despertar una gran empatía en el espectador. Una María de Medeiros prácticamente desconocida, realiza una labor interpretativa impecable al caricaturizar a la esposa de Nasser, aunque dándole también un trasfondo muy humano.

Y por supuesto hay que destacar el saber hacer y el oficio que hay detrás del fabuloso papel que interpreta Isabella Rossellini.

Toda vez que la fantasía irrumpe en el devenir de la historia de Nasser Ali, la historia crece y se expande de tal forma que al final, solo se puede aplaudir.


Nota: 9/10

Lo mejor de la película: su agudo sentido del humor y la luz, vibrante en cada secuencia. La fotografía de Christophe Beaucame es magistral.

Un gran acierto: a pesar de ser un cuento, y de mostrar una historia de amor, no se trata de un pastelito edulcorado, no falta agudeza de la crítica sutil. Nasser Ali no es un personaje plano y también se equivoca.

Un puntazo: buscar diferentes maneras de morir y que ninguna te cuadre, nunca fue tan divertido.

Una recomendación: verla en versión original, desde luego. El francés acaricia los oídos, formando un tandem ideal con las imágenes.

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